Una
vez más el autor elegido para esta lectura es Verdú. El titulo lleva por nombre
“Capitalismo de ficción”
Esta
lectura es una visita por los tiempos actuales, que nos lleva a reflexionar
acerca de la cultura que nos está comiendo, o mejor dicho una cultura que ya
nos comió y la hemos digerido tan bien, que no nos hemos dado cuenta.
En
primera instancia el autor nos aclara que existen o mejor dicho, existieron
diferentes tipos de capitalismo, así se tiene que el capitalismo de producción
se definió desde finales del siglo XVIII hasta la Segunda Guerra Mundial, en
cuyo transcurso lo principal eran las mercancías. Después vino el capitalismo
de consumo, desde la Segunda Guerra Mundial hasta la caída del muro de Berlin,
en esta etapa destacaría la trascendencia de los signos, la significación de
artículos envueltos en el habla de la publicidad. Finalmente, el capitalismo de
ficción que surgió a principios de los años 90 del siglo XX en el cual se
destaca la importancia teatral de las personas.
Si
bien los dos primeros capitalismos se ocuparían de los bienes materiales, el
tercero que es al que esta lectura se enfoca se encarga de las sensaciones, de
un bienestar psíquico que a su vez es vendido por los ideales de la sociedad. La
finalidad del capitalismo de ficción es producir una nueva realidad, una
segunda realidad cuidando que tenga la apariencia de una autentica naturaleza
mejorada.
La
guerra santa, la responsabilidad moral, el comercio justo, el marketing con
causa, los reality show entre otros son fenómenos del capitalismo de ficción,
en el la representación ha ganado la batalla y lo real se convalida por la
realidad del espectáculo…pero para este cambio fue necesario primero convertir
al ciudadano en espectador y después, vender las entradas a todo un planeta
igualado .
“lo
peculiar de nuestro mundo no es su diversidad. La diversidad ha existido
siempre. Lo característico de nuestro mundo es la tendencia a la homologación”
Verdú.
La
metáfora del mundo, tu mundo y el mío, se resume en los 700 millones de
turistas que contaminan los paisajes, la propagación de modas, la desaparición
de 6.000 especies animales cada año, entre ellas 780 clases de pájaros y sus
cantos. Mientras tanto un cocinero chino encuentra trabajo en no importa que
pueblo de Francia , los pelos teñidos coronan las cabezas adolescentes desde
San Francisco hasta Kuala Lumpur y las coca-colas se beben mundialmente a razón
de un millón de botellas por hora.
De
lo anterior tenemos franquicias con
determinada marca que invaden cada espacio del planeta cuyo mayo componente es
la cultura occidental y especialmente la norteamericana. Tal es el caso, por
ejemplo de McDonald´s, arquetipo de marca global capaz de atender diariamente a
45 millones de personas en 30.000 establecimientos de 120 países, sirve siempre
el Big Mac pero a su lado la ensalada nicoise en Francia, el feta en Grecia, el
pollo frito en Singapur, el pollo al curry en Gran Bretaña y la comida Kosher
en Israel “Nos hemos convertido en una empresa multilocal” afirmaba su director
general Jack Greenberg en 2000.
De
la otra cara de la moneda, tanto McDonald´s como Starbucks han sido denunciados
por la delicadeza de sus remuneraciones y las jornadas de trabajo extensas así
como por perjudicar el medio ambiente y para intentar solucionarlo McDonald´s
envía fondos a niños discapacitados y Starbucks ha creado un sistemas en el que
los empleados se sienten parte del negocio.
Un
fenómeno más del capitalismo de ficción es la lengua dominante, pues durante el
siglo XX el inglés se ha comido 15 lenguas en Australia y 140 han entrado en
coma. Se calcula que ahora mismo hay más de mil millones de seres humanos
matriculados para aprender inglés y alrededor de una tercera parte de la
población española se halla expuesta este calvario…en definitiva del mismo modo
que disminuye la diversidad vegetal asi también se mimetizan los muestrarios
culturales.
“Yo
no digo que me guste la globalización o que no me guste la globalización pero
creo que la generación que sigue a la mía no conoce otra cosa. Ellos se
encuentran expuestos a las mismas cosas al mismo tiempo y esto crea una nueva
cultura en la cual, a lo ancho de todo el mundo, la gente desea las mismas
cosas y vive al mismo tiempo” Tom Ford. Director creativo de Gucci.
El
capitalismo de ficción, a explicación de
lo anterior, borra las distancias pues todo esta enseguida y aquí para
favorecer la circulación y la velocidad del intercambio y cada vez menos hay
una más allá exótico que nos amenace con su llegada.
Estados
Unidos ha sido a lo largo de los últimos cincuenta años el máximo ambientador
mundial. A finales del siglo XX su significación particular junto con su
industria cultural había logrado transformarlo en la cultura popular del mundo,
hoy nadie discute su hegemonía global. Pero el gran potencial de este país no
está vencer sino en vender.
En
resumen, la posmodernidad llega acompañada de un gusto creciente por lo más
simple. La cultura moderna era compleja y elitista, pero la cultura posmoderna
es inmediata y vulgar; es decir el
capitalismo de ficción es entretenimiento, diversión desmedida.
Por
ejemplo, el Gran Bretaña trabaja actualmente más gente para generar
entretenimiento que para explotar las minas de carbón y el mundo sigue en su
crisis, en guerras, hambrunas pero incluso con ello, a demanda de un
entretenimiento crece.
A
modo de conclusión se tiene que la idea central del texto es que existe una
tendencia casi universal hacia la homologación, es decir esta nueva forma de
adaptar todos los lugares que visitamos de tal forma que simulen un espacio más
perfecto que la naturaleza, una tendencia a brindar una sensorialización de la
experiencia.
Es
decir, capitalismo de ficción busca divulgar experiencias sensoriales pero no
busca por ningún lado la racionalización. ¿Quién nos enseñó a ser capitalista
de ficción? Es una pregunta interesante, lo cierto es que nos educan para el
consumo desde una edad temprana lo cual nos vuelve adultos consumidores.
Actualmente vivimos en un universo donde se puede ser destructor y reconstructor
al mismo tiempo, criminal y humanitario, obrero y capitalista, católico y
budista, hombre y mujer. Todo ello sin que a nadie le importe si estas vivo o
muerto porque el capitalismo de ficción trata con la realidad para desprenderla
de la peste de lo real.
De
esta manera los espacios que frecuentamos a diario están en proceso de
convertirse en un teatro donde ya somos actores y espectadores, clientes y
artistas porque el capitalismo de ficción se transforma en motivo de
experiencia y las perdonas no quieren aburrirse nunca, porque mientras nos
divertimos logramos escapar a la atracción del tiempo, a su peso y su extrema
gravedad actual.
Referencia.
Verdú
V. (2003). Capitalismo de ficción y El mundo. El estimo del mundo. Barcelona:
Anagrama
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