jueves, 7 de noviembre de 2013

Una vez más el autor elegido para esta lectura es Verdú. El titulo  lleva por nombre

Capitalismo de ficción”


Esta lectura es una visita por los tiempos actuales, que nos lleva a reflexionar acerca de la cultura que nos está comiendo, o mejor dicho una cultura que ya nos comió y la hemos digerido tan bien, que no nos hemos dado cuenta.
En primera instancia el autor nos aclara que existen o mejor dicho, existieron diferentes tipos de capitalismo, así se tiene que el capitalismo de producción se definió desde finales del siglo XVIII hasta la Segunda Guerra Mundial, en cuyo transcurso lo principal eran las mercancías. Después vino el capitalismo de consumo, desde la Segunda Guerra Mundial hasta la caída del muro de Berlin, en esta etapa destacaría la trascendencia de los signos, la significación de artículos envueltos en el habla de la publicidad. Finalmente, el capitalismo de ficción que surgió a principios de los años 90 del siglo XX en el cual se destaca la importancia teatral de las personas.

Si bien los dos primeros capitalismos se ocuparían de los bienes materiales, el tercero que es al que esta lectura se enfoca se encarga de las sensaciones, de un bienestar psíquico que a su vez es vendido por los ideales de la sociedad. La finalidad del capitalismo de ficción es producir una nueva realidad, una segunda realidad cuidando que tenga la apariencia de una autentica naturaleza mejorada.

La guerra santa, la responsabilidad moral, el comercio justo, el marketing con causa, los reality show entre otros son fenómenos del capitalismo de ficción, en el la representación ha ganado la batalla y lo real se convalida por la realidad del espectáculo…pero para este cambio fue necesario primero convertir al ciudadano en espectador y después, vender las entradas a todo un planeta igualado .
“lo peculiar de nuestro mundo no es su diversidad. La diversidad ha existido siempre. Lo característico de nuestro mundo es la tendencia a la homologación” Verdú.

La metáfora del mundo, tu mundo y el mío, se resume en los 700 millones de turistas que contaminan los paisajes, la propagación de modas, la desaparición de 6.000 especies animales cada año, entre ellas 780 clases de pájaros y sus cantos. Mientras tanto un cocinero chino encuentra trabajo en no importa que pueblo de Francia , los pelos teñidos coronan las cabezas adolescentes desde San Francisco hasta Kuala Lumpur y las coca-colas se beben mundialmente a razón de un millón de botellas por hora.

De lo anterior tenemos  franquicias con determinada marca que invaden cada espacio del planeta cuyo mayo componente es la cultura occidental y especialmente la norteamericana. Tal es el caso, por ejemplo de McDonald´s, arquetipo de marca global capaz de atender diariamente a 45 millones de personas en 30.000 establecimientos de 120 países, sirve siempre el Big Mac pero a su lado la ensalada nicoise en Francia, el feta en Grecia, el pollo frito en Singapur, el pollo al curry en Gran Bretaña y la comida Kosher en Israel “Nos hemos convertido en una empresa multilocal” afirmaba su director general Jack Greenberg en 2000.
De la otra cara de la moneda, tanto McDonald´s como Starbucks han sido denunciados por la delicadeza de sus remuneraciones y las jornadas de trabajo extensas así como por perjudicar el medio ambiente y para intentar solucionarlo McDonald´s envía fondos a niños discapacitados y Starbucks ha creado un sistemas en el que los empleados se sienten parte del negocio.
Un fenómeno más del capitalismo de ficción es la lengua dominante, pues durante el siglo XX el inglés se ha comido 15 lenguas en Australia y 140 han entrado en coma. Se calcula que ahora mismo hay más de mil millones de seres humanos matriculados para aprender inglés y alrededor de una tercera parte de la población española se halla expuesta este calvario…en definitiva del mismo modo que disminuye la diversidad vegetal asi también se mimetizan los muestrarios culturales.
“Yo no digo que me guste la globalización o que no me guste la globalización pero creo que la generación que sigue a la mía no conoce otra cosa. Ellos se encuentran expuestos a las mismas cosas al mismo tiempo y esto crea una nueva cultura en la cual, a lo ancho de todo el mundo, la gente desea las mismas cosas y vive al mismo tiempo” Tom Ford. Director creativo de Gucci.

El capitalismo de ficción, a explicación  de lo anterior, borra las distancias pues todo esta enseguida y aquí para favorecer la circulación y la velocidad del intercambio y cada vez menos hay una más allá exótico que nos amenace con su llegada.
Estados Unidos ha sido a lo largo de los últimos cincuenta años el máximo ambientador mundial. A finales del siglo XX su significación particular junto con su industria cultural había logrado transformarlo en la cultura popular del mundo, hoy nadie discute su hegemonía global. Pero el gran potencial de este país no está vencer sino en vender.

En resumen, la posmodernidad llega acompañada de un gusto creciente por lo más simple. La cultura moderna era compleja y elitista, pero la cultura posmoderna es inmediata y vulgar;  es decir el capitalismo de ficción es entretenimiento, diversión desmedida.
Por ejemplo, el Gran Bretaña trabaja actualmente más gente para generar entretenimiento que para explotar las minas de carbón y el mundo sigue en su crisis, en guerras, hambrunas pero incluso con ello, a demanda de un entretenimiento crece.

A modo de conclusión se tiene que la idea central del texto es que existe una tendencia casi universal hacia la homologación, es decir esta nueva forma de adaptar todos los lugares que visitamos de tal forma que simulen un espacio más perfecto que la naturaleza, una tendencia a brindar una sensorialización de la experiencia.
Es decir, capitalismo de ficción busca divulgar experiencias sensoriales pero no busca por ningún lado la racionalización. ¿Quién nos enseñó a ser capitalista de ficción? Es una pregunta interesante, lo cierto es que nos educan para el consumo desde una edad temprana lo cual nos vuelve adultos consumidores.
Actualmente vivimos en un  universo donde se puede ser destructor y reconstructor al mismo tiempo, criminal y humanitario, obrero y capitalista, católico y budista, hombre y mujer. Todo ello sin que a nadie le importe si estas vivo o muerto porque el capitalismo de ficción trata con la realidad para desprenderla de la peste de lo real.
De esta manera los espacios que frecuentamos a diario están en proceso de convertirse en un teatro donde ya somos actores y espectadores, clientes y artistas porque el capitalismo de ficción se transforma en motivo de experiencia y las perdonas no quieren aburrirse nunca, porque mientras nos divertimos logramos escapar a la atracción del tiempo, a su peso y su extrema gravedad actual.

Referencia.

Verdú V. (2003). Capitalismo de ficción y El mundo. El estimo del mundo. Barcelona: Anagrama

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